viernes, 29 de enero de 2010

Where are the seagulls?



The graves of our words
I am the truck!
Some foliage will pass.


A cactus before me,
facing the north
my life, miles away.

Mispronunciation.


¡I H A V E A N A M E !

Muste be saying it wrong?
humanity is lost

and i forget te disease of travel.


A squirrel climbs up a dog wood, tree.

SAFETY...


What ascends

must

descend.


Live for that aburn Rush!
-
A brush against -
My cheeks, still warm, feel you...


Eddie Generazio

AQUELLOS OJOS VERDES...


Desde que recuerdo, las mujeres son el motivo y la razón de mi vida, contemplar a una fémina se convierte en acto de observación transcendental, la obsesa contemplación se centra en aquel meloso conjunto de iris y retina que culmina en unos ojos profundos, claros, vertederos de radiaciones sensoriales que pueden convertirme en un un cachorro.

Algo que no comprendo, es ¿de dónde vendrá mi fetichismo por lo ocular?...

En mi familia, genéticamente no estamos predispuestos a tales pinceladas fisiológicas. Es más, en los lugares en los que he vivido, no he encontrado a algún ser humano con esas característica fanales.

Me incomoda pensar que solo fije mi atención en los ojos de una mujer ( no es que vea unos ojos con cuerpo y no a un cuerpo con ojos), me asusta el poder inmaculado que provocan en mí unas pupilas bañadas de luz, que me incitan a clavarme de cuerpo entero en ellas y no salir nunca más.

Este gusto culposo, me ha dado la reputación de "perro en celo", una que otra vez las reclamaciones de novios furiosos han terminado en ¡madrazos! Debo aclarar que al mirar a una mujer, no lo hago con lujuria sádica, sino con aquella ternura que me despierta esta ¡maldita, inexplicable y dulce obsesión!

No son raras las mofas de mis amigos "Güey, por qué te metiste con esa vieja, si está muy flaca". Pero ese i n c o n t e n i b l e deseo de reflejarme, siempre reflejarme un lindos ojitos tiernos me lleva a entregar mi pasión a las figuras más anti estéticas de la noche.

Pero ella, Ivanna era distinta... sus miradas fugaces, la miel de su cabello, esa piel calientita animaban hasta a un cadáver... Yo, seguía sin saber el origen de mi extraña obsesión. Mi madre (mujer de poderes sensoriales) me vio con una foto en la mano de Ivanna y dijo: "Hijo, que chava tan guapa y que bonitos ojos tiene". Yo, destrozado por recordar que no me hacía caso le contesté

¿Mamá, por qué me gustan tanto las mujeres con esos ojos?, ¿A quién vi de chico que me gustan tanto?...

Mi madre soltó una sonrisita (de esas que las mamás sueltan cuando te dicen te quiero sin hablar)... después, contestó...

"Cuando tenías tres meses de nacido, vivimos en Chapingo. Tu padre estudiaba la maestría y teníamos de vecinos a otra familia, chilenos (avencindados en México desde 1985), ellos tenían una hija de cuatro años quien muy de mañana tocaba a la puerta de casa, gustaba de acompañarnos, pero al entrar corría a tu cuna y pasaba horas cargandote, meciendote y te cantaba canciones de cuna"...


Interrumpí a mi madre y le pregunté... ¿mamá, quiero saber como era ella?... Bueno hijo, era de mirada fugaz, con cabello como la miel, de piel calientita y con aquellos ojos verdes ...

Desde aquél día, entendí que ando en búsqueda de esos ojos tan lindos de los que siendo tan pequeño, me enamoré...

Jesús Gómez Vázquez.

viernes, 22 de enero de 2010

Cadáver Mosqueado...

Que llegue ya la noche y que nos coma
con sus ojos profundos, mirándome en silencio
ése silencio, el que gobierna esta noche
hermosa y cálida por temporadas, que me ayuda
a encontrarte y a pensar en un mundo

in
co
rre
gi
ble,

¡Pero no!
dejaré de corregir el mío,
ése algo que cuando lo tengo,
defiendo con mi ser.

Cada día algo mejor... mejor...
vivir en silencio, el de tu persona que me dejó atónito
justo cuando la soledad reflejaba
tu mirada en la luna y el eco de tu voz.

Giro, grito ¿pueden tus suspiros y tu sonido elevar mi ser?

Ya, escuchar el sonido de tu voz junto a mi oído

hace que todas las estrellas del cielo vengan
a iluminarme.

Cuando abrí los ojos, todo era claro parecía un amanecer
pero sólo eran las luces del coche que me atropellaba,

respire…

Sin palomas Nueva York, era un campo
de batalla.

A veces bueno o malo pero que afectaba a todo
nuestro alrededor, en el camino simple, siempre
hay una salida.

Encerrado en este cuarto tan enorme, donde sólo hay una ventana
en donde pude observar los diamantes que estaban en el río.

Aquel era mi destino, el que persigue al tiempo, que le sigue a la vida,
la cual se apresura, como el viento, en una dirección, de noche, cuando me gusta dirigirme a campo abierto.